Era una mañana del mes de octubre de 1926 y en el Club Internacional Revólver del Rímac, estaba todo listo para recibir a un invitado muy especial: el presidente de la república Augusto B. Leguía. Se celebraba un nuevo aniversario del club y había muchos motivos para celebrar ya que la institución se consolidaba como el club de tiro más importante de la capital.
El club se fundó en 1885 en un ambiente del Parque de la Exposición y en 1887 se trasladan a los terrenos de la “huerta Ramos” comprada por el club y ubicada en las faldas del cerro San Cristóbal al final de la Alameda de los Descalzos. Esa mañana luego de la llegada del presidente de la república, todo fue celebración, discursos, brindis y un gran almuerzo fueron parte de la ceremonia. Al finalizar, el presidente y su comitiva se despidieron e iniciaron su retorno al Palacio de Gobierno, pero ocurrió un accidente. Mientras el automóvil del presidente bajaba por la inclinada pendiente que se encuentra a la entrada del club, una mala maniobra del conductor provoco que este se estrelle contra la puerta de ingreso, que al ser de madera, quedo totalmente destruida. No hubo heridos, pero el presidente Leguía quedo muy mortificado con este hecho y prometió reparar los destrozos en el más breve plazo.
Pocos meses antes, se había inaugurado en Lima el Museo de Arte Italiano, regalo de la colonia Italiana al Perú, con motivo del centenario de nuestra independencia. La construcción de este bello edificio obligó a la demolición de una de las tres bellas portadas de ingreso que existían del Parque de la Exposición el gigantesco parque construido en 1872 durante el gobierno del presidente Balta (las portadas se ubicaron en lo que hoy es el paseo de la república, una segunda donde hoy se encuentra la avenida Wilson y la tercera, que era la principal, donde hoy que encuentra el paso a desnivel de la avenida España.
Hoy estas portadas ya no existen, todas fueron demolidas por diversas circunstancias. Esta demolida portada estaba embellecida con una imponente y bella puerta de fierro traída desde Francia, Leguía ordenó que esta reja que estaba guardada en un depósito, fuera llevada a la Escuela de artes y Oficios donde fue reparada y a las pocas semanas colocada como la nueva portada de ingreso al Club Internacional Revólver (como podemos ver en la fotografía). Es así, que por un hecho fortuito los limeños podemos apreciar en la actualidad, la reja original de la que fue una de las entradas principales del Parque de la Exposición, segunda imagen desaparecida portada del parque de la exposición de donde se rescató la reja. N.A: En la fotografía podemos apreciarla como se veía hace algunos años, en la actualidad lamentablemente esta reja ha perdido gran parte de la ornamentación de su hoja izquierda encontrándose muy deteriorada necesitando una urgente refacción y su puesta en valor.
En 1922, a solo dos años de su nacimiento como distrito, el Rímac creado el 2 de febrero de 1920 pasaba por un periodo de desarrollo y crecimiento nunca antes visto. Su segundo Alcalde Armando Patiño Zamudio, con el apoyo del gobierno presidido por Augusto B. Leguía realizaban una serie importantes obras públicas, entre las más destacadas estaban la remodelación de la Alameda de los Descalzos, la construcción de un camal, la remodelación del paseo de Aguas (con el establecimiento de un parque en su entorno) y la construcción de un campo deportivo. Pero la obra que el alcalde consideraba símbolo del progreso rímense, se comenzó a cristalizar a fines de 1921 conmemorando el centenario de nuestra independencia y seria la construcción del Monumental “Arco del Triunfo” homenaje de los rimenses a los Precursores de la Independencia, (podemos ver en la primera fotografía este arco en plena construcción). Este monumento estaba inspirado en el bello “Arco del triunfo del carrusel” de París, (el que se puede ver en la segunda foto), monumental obra que fue mandada a construir por Napoleón Bonaparte en 1806, El Arco rimense tenía como objetivo embellecer la ciudad y celebrar la consolidación de nuestra independencia, pero esta construcción provoco muchas críticas, primero por su ubicación, frente al ingreso a la Alameda de los Descalzos, lo que impedía el fácil tránsito y quitaba vistosidad a la alameda y segundo, por el alto costo que esta obra representaba. La críticas a la obra provoco que la construcción a pesar de los grandes avances que tenía, se paralizara y nunca se terminara, quedando inconclusa por varios años hasta que a mediados de la década del 20 se decidiera su demolición. Hoy este arco que quizás pudo ser unas de los símbolos de la ciudad quedó borrado del recuerdo de los limeños y en la actualidad muy pocos o casi nadie sabe que alguna vez se construyó. Fotografía Revista Mundial enero 1922.
El Cerrito de las Ramas, es el nombre de esta pequeña colina, hoy cubierta de casas que durante la época virreinal fue uno de los lugares más temidos por los limeños. Ubicada entre el cerro San Cristóbal y la Alameda de los Descalzos en el actual distrito del Rímac, durante la colonia era un lugar alejado y abandonado y del cual se contaban innumerables historias, en las que se afirmaba que uno podía encontrarse ahí con el mismísimo demonio.
Tantas fueron las leyendas sobre esta colina, que Ricardo Palma nos habla del “cerrito de las Ramas” en cinco de sus tradiciones peruanas: “La excomunión de los alcaldes de Lima”, “Predestinación”, “El mejor amigo…un perro” “La misa negra” y “Don Dimas de la Tijereta” es en esta última donde la tradición tiene como centro de acciones al “Cerrito de las Ramas” Palma nos cuenta que en este lugar llegaron a un acuerdo Don Dimas de la Tijereta, escribano de la Real audiencia de Lima con el diablo Lilit, secretario de Satanás, por el cual Don Dimas entregaría su almilla al demonio por el amor de una joven llamada Visitación (quien rechazaba permanentemente al escribano) en un plazo que se cumpliría luego de tres años. Cumplido el plazo los protagonistas se reencontraron en el mismo lugar, Don Dimas ante la sorpresa de Lilit le entregaría su “almilla” (una prenda usada por los antiguos limeños y que cubría desde los hombros hasta la cintura). Lilit indignado por el engaño lo llevó donde satanás a quien solo le quedó darle la razón al escribano quien realmente nunca ofreció entregar su alma. Por eso amigo cuando pases por el “Cerrito de la Ramas” recuerda que es un lugar con muchísima historia y que ahí un limeño se burló del mismísimo demonio.
La antigua botica francesa, recordada por los limeños por sus deliciosos helados, fue fundada en 1824 por el francés E. Dupeyron. Años después el establecimiento pasó a manos de Félix Remy para finalmente ser comprada por Alejandro Belmont, quien le instaló su fuente de soda e inició la venta de sus famosos helados. Fue un símbolo del jirón de la Unión hasta que se trasladó, a mediados de la década de los noventa al distrito de San Isidro. Dentro de su historia podemos contar, que aquí trabajó unos meses como asesora de belleza nuestra compositora Chabuca Granda. Un día, nuestra destacada cantante nacional recibió en la botica la visita de su amiga Victoria Angulo, luego de conversar un momento, doña Victoria se despidió para dirigirse a su casa ubicada cerca la plazuela de las cabezas en el Rímac, al verla irse con dirección al desaparecido “Puente de Palo” ubicado sobre el río Rímac (que se ubicó a la altura de donde hoy se encuentra el puente Rayitos de Sol) y a la Alameda del Tajamar también desaparecida (reemplazada por avenida Evitamiento) con toda la gracia y elegancia que tenía al caminar, Chabuca tuvo la inspiración para componer su célebre canción “La Flor de la Canela”. El 21 julio de 1950 durante el cumpleaños número 59 de Victoria Angulo. Chabuca estrenó su vals más emblemático:
“Jazmines en el pelo y rosas en la cara,
Airosa caminaba la flor de la canela,
Derramaba lisura y a su paso dejaba
Aromas de mistura que en el pecho llevaba.
Del puente a la alameda menudo pie la llevabr
Por la vereda que se estremece al ritmo de su cadera.
Recogía la risa de la brisa del río
Y al viento la lanzaba del puente a la alameda”.
Sobre la botica, donde ocurrió este encuentro, podemos añadir como parte de su historia, que en el siglo XIX tuvo una importante participación en la guerra del Pacífico facilitando una ambulancia, la que atendió a los heridos en la batalla de Miraflores de 1881.En la primera fotografía podemos apreciar en interior de la botica francesa a fines de los años setenta y en la segunda a Chabuca Granda en compañía de Victoria Angulo la inspiradora de la “Flor de la canela”
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